De nuevo parece que las cosas apuntan hacia ese horizonte denso que cada mañana nos recuerda el sabor de la lenta rueda del tiempo. Las menudencias que aparecen en los periódicos, no son más algo que tranquilizan a pesar de su inagotable fuente de fantasía. Estupor, asombro, perplejidad (aunque también de indiferencia), son reacciones comunes ante noticias como la de este día en que cALDERÓn vendía como pan caliente la credibilidad en México ante los españoles con su presidente zAPATERo (es notable la similitud de sus nombres, 8 letras), prometiendo una reforma fiscal tendiente a invertir el 50 por ciento adicional de la recaudación en infraestructura, es decir de los que no evadan sus impuestos, pero claro, si "invertir en México es un buen negocio". No creo que esto sea nuevo, podríamos abrir un blog de quejas por edad para los que sufrieron políticas similares desde hace unos... no se , mucho tiempo, quizá... ¡ciento cincuenta años¡. Aunque pudieremos pensar que la vendimia de la semblanza de la economía mexicana a los sectores de telecomunicaciones, infraestructura, energía y al sector financiero españoles, no sería algo mezquino y mal intencionado, y que en la reforma fiscal las cosas van a cambiar; es casi un hecho el fenómeno contrario si se revisan las políticas (y los políticos) bajo las que están auspiciadas estas cosas parecidas a las ventas de garage. Y entonces el escepticismo se pregunta ¿por qué ese nacionalismo?, ¿quién gana a fin de cuentas con estas reformas fiscales? ¿cuál es el teatro esta vez? ¿por qué ahora?... más atole resbalando de los dedos regordetes hasta el rigor de la lengua que lo lame y traga como pan, atole y tamales de cada día, já-já-já, ojalá.
1 comentario:
Yo estoy enferma del estómago desde hace 4 días y de lo que menos quiero saber es de atole y tamales. Buen viaje amigo.
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